El infinito en un junco

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«Somos los únicos animales que fabulan, que ahuyentan la oscuridad con cuentos, que gracias a los relatos aprenden a convivir con el caos, que avivan los rescoldos de las hogueras con el aire de sus palabras, que recorren largas distancias para llevar sus historias a los extraños. Y cuando compartimos los mismos relatos, dejamos de ser extraños.»

Irene Vallejo, El infinito en un junco

Desde que se forjaron los primeros ápices de la civilización, el ser humano ha sentido la incontrolable necesidad de crear relatos y de compartirlos con el resto del mundo, como una manera urgente de darse a conocer y preservar su pasado. Es, precisamente este anhelo de preservar intacta la memoria, el germen y la cuna de nuestra cultura y nuestro conocimiento.

A lo largo de los siglos hemos tenido indicios de rastros y marcas que querían dejar constancia de las costumbres y los gustos de la época. Las propias pinturas prehistóricas son una pincelada de aquellos ancestros que se convirtieron en lo que somos. Pero, si debemos ponerle una fecha histórica al nacimiento de la transmisión de la palabra escrita y de la revolución del papel, tenemos que viajar hasta el antiguo Egipto y su invención del papiro.

La creación de un material duradero y resistente al paso del tiempo, que contuviera la información o las historias de los antepasados, dio un giro a nuestra manera de comunicarnos y fue el origen de los libros que, hoy en día, inundan y armonizan nuestras bibliotecas y hogares.

Es, precisamente en esta asombrosa época de Egipto, donde parte una de las novelas que mejor ha reflejado en los últimos años la fascinante historia del libro, sus comienzos y su evolución. Hablamos de «El infinito en un junco» de la filóloga Irene Vallejo que, desde una prosa ágil e inteligente, nos narra a través de sus páginas cómo la transformación de un junco en papel revolucionó para siempre la trasmisión de las ideas y la memoria.

A lo largo de los años la historia del libro ha ido cambiando y transformándose, adaptándose a las necesidades y a los pioneros de las diferentes edades. La brillante propuesta literaria de Irene Vallejo nos hace irnos de viaje a lo largo de siglos de humanidad para entender la importancia del libro, la palabra y la difusión de éste. De esta manera podemos llegar a entender que un libro no solo trata de juntar varias páginas llenas de letras, sino que abre un mundo de belleza y sabiduría donde la encuadernación, la armonía de las fuentes, su maquetación y edición pueden hacer que se convierta en toda una obra de arte.

Poder aunar en un solo libro la importancia de los escritores de la época clásica, las anécdotas del antiguo Egipto y la vivencia de los escritores y artistas más contemporáneos es todo un reto que requiere de documentación y mucho talento para poder llegar a los lectores. En este sentido, saber encontrar el equilibrio y la belleza en las cosas es el requisito indispensable del arte, y seguir aportando en el oficio y en el diseño editorial es una responsabilidad para que, a pesar de vivir en un mundo tecnológico, la palabra escrita siga teniendo esa esencia romántica que durante siglos ha cautivado a las personas.

DIDOT&BODONI